domingo, 9 de junio de 2013

Silencio y Grito (Miklós Jancsó)

Miklós Jancsó fue un director de cine húngaro representante del realismo socialista, que fue evolucionando su obra hacia un estilo casi coreográfico. A finales de 1960 realizó sus películas más importantes inspiradas en temas históricos: Los desesperados (1966), Rojos y blancos (1967) y Silencio y grito (1968). Esta última podremos verla subtitulada en español a continuación. Siguió sus investigaciones cinematográficas con Agnus Dei (1970) y la famosa Salmo rojo (1971), realizada únicamente con una docena de planos de secuencia. También rodaría varias películas en Italia entre 1970 y 1976, la más conocida Vicios privados, públicas virtudes (1976). 
 
En Silencio y Grito, la historia se enmarca dentro de la inestabilidad política en el año 1919 tras el final de la Primera Guerra Mundial y el intento de toma del poder por parte de los comunistas. La oligarquía húngara junto a los ejércitos de otras potencias vecinas, aplastarían a los trabajadores, incluso a costa de pérdidas territoriales (ejemplo, Transilvania, que pasaría a manos de los rumanos), a las fuerzas insurgentes, mientras el protagonista, un joven comunista, se oculta en un área rural. 

Un oficial del ejército que está de lado de la oligarquía conoce al joven porque fueron amigos en la infancia. Por eso, oculta al amigo en una pequeña granja, pero el enfrentamiento entre ambos amigos es inevitable...
Precisamente eso es lo que pretende hacer Miklós Jancsó. El interés del director húngaro es penetrar en las manifestaciones psíquicas y físicas del terror, más que en un análisis propiamente político de la época en sí, éste último surge de forma intrínseca en la mente del espectador que tiene un cierto conocimiento del momento histórico que Jancsó está abordando. 

La  película comienza con las imágenes del desfile triunfal de las fuerzas del ejército blanco en Budapest, encabezadas por su líder, el almirante Miklós Horthy, montado en un caballo blanco. He aquí, pues, los triunfadores de la „guerra civil” que habría enfrentado entre 1918 y 1919 a las fuerzas conservadoras frente al Ejército Rojo de la República húngara de los Consejos (soviets), creada por los trabajadores húngaros bajo el liderazgo de Bela Kun al frente del Partido Comunista, tras la derrota de Hungría en la Primera Guerra Mundial.

Recordemos que en Hungría, a la par que en Rusia, se había producido una revolución, normalmente ocultada por la historiografía oficial, especialmente fuera de Hungría, que proclamara en Budapest la Republica de los Consejos (soviets), mientras el Ejercito Rojo Húngaro, el de los trabajadores, intentaba mantener la integridad del territorio húngaro que se disputaban las potencias vencedoras de la PGM. De hecho, y como paso en Rusia, los ejércitos de las potencias imperialistas no dudaron en intervenir para acabar con la revolución, y, por ejemplo, las tropas rumanas se pusieron de lado del fascista Horthy y desfilarían junto a él por la capital húngara tras la victoria contra los trabajadores húngaros (aunque años más tarde, tendrían que renunciar a parte de Transilvania por órdenes de Hitler, que era aliado de la Rumanía de Antonescu y la Hungría del mariscal Horthy.

1 de mayo de 1919, plaza Baross, Budapest. Acuarela de Albert Baky
Para conocer mas sobre la Revolución de los Consejos –Soviets- húngara, se puede consultar la entrada del excelente blog Crónicas Húngaras

No obstante,  como hemos señalado más arriba, Jancsó no sólo pretende introducirnos al periodo histórico en cuestión, sino, además, mostrarnos las relaciones de producción y sus consecuencias políticas, utilizando para ello el método científico-dialéctico.  

Tras la victoria de las tropas prefascistas, se produjo la desbandada de los comunistas que habían sobrevivido, de modo que el nuevo régimen de Horthy desencadenó una brutal represión cuyo único objetivo era instaurar el terror en la sociedad húngara y arrancar de raíz la semilla del comunismo, para así asegurar la pervivencia del orden tradicional y de la dominación de clase. De esta manera se produce la irrupción de las fuerzas de seguridad a lo largo y ancho del país, especialmente en las zonas rurales, donde muchos fugitivos se refugiaron.

El nuevo estado se va a encontrar con que entrar en el mundo campesino suponía entrar en una realidad paralela que se regía por unos patrones de comportamiento muy diferentes a los típicos de Budapest (todo estado moderno se encuentra con un reto similar, algo particularmente visible en la Europa que va del siglo XIX al XX). Por primera vez el estado húngaro muestra su deseo de disciplinar y encuadrar a esa población sometiéndola a estrictas regulaciones, lo cual habla a las claras de su vocación totalitaria y de control administrativo de toda la población, que tan actual sigue siendo en la actualidad capitalista, y que analizara brillantemente el francés Michel Foucault.

Toda la población estaba bajo vigilancia ante la posibilidad de que se oculten entre ellos fugitivos comunistas. La represión era implacable. No obstante, en este caso nos encontramos con una particularidad, y es que el oficial al mando de las actividades represivas, Kémeri, es un viejo amigo de uno de los más buscados comunistas, el joven y apuesto István. Jancsó nos está planteando cómo en las situaciones de guerra civil lo político se mezcla con lo personal y las lamentables consecuencias que se derivan de esta situación.
En cualquier caso, la represión era selectiva y ejemplar, como aviso para aquellos que se atrevieran a levantar su voz contra la nueva autoridad. Llama la atención el modo en que los perseguidos son asesinados, desde la lejanía y con un tiro por la espalda, para que diera la impresión de que se les disparó mientras trataban de huir (muy similar a la Ley de Fugas aplicada en España durante la represión franquista y, y tan en boga contra los supuestos terroristas de la actualidad, que  suelen morir en cruentos tiroteos sin que exista oportunidad alguna de que aclaren si realmente lo son).

Es también interesante ver cómo la policía se encarga de justificar los crímenes de la represión como delitos comunes. Así pues, los campesinos son forzados a inculparse como autores materiales de los hechos haciéndolos dejar las huellas dactilares en los efectos personales de los asesinados y forzándolos a tocar los cadáveres.

Entrada de Horthy en Budapest al frente de las tropas multinacionales
que someterían a los trabajadores húngaros y la República de los Consejos
También hay violencia intimidatoria, lo cual se observa en los tratos vejatorios a los que son sometidos los campesinos, o los abusos de poder llevados a cabo sobre las mujeres por parte de los policías y militares. Este es otro de los mecanismos para extender el terror. Esto lleva a la población rural a huir de los represaliados como si de la peste se tratara, ya que, como uno de los campesinos le recuerda a Kémeri, ellos tienen que seguir con sus vidas.

En definitiva, Jancso hace una descripcion de los esfuerzos del capitalismo, transmutado en fascismo que, como dejo bien claro el poeta común comunista alemán Bertolt Brecht, no es mas que la máxima expresión del primero, por acabar con la amenaza comunista que, tras el triunfo en la Unión Soviética, daba esperanzas a los trabajadores de todo el mundo de derrotar a la clase explotadora y emanciparse, alzándose con el poder político y económico, y que en Hungría se encarno en la Republica de los Consejos, que logro construir durante un año el sueño de los trabajadores, que fue frustrado por el ataque conjunto de la oligarquía local y las potencias capitalistas vecinas, en un marco en el que el terror a la liberación obrera en Europa daría lugar a que los capitalistas se quitaran sus mascaras democráticas para dejar ver su verdadera cara fascista.



La película ha sido tomada del blog La Espina Roja

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